Salida del domingo, 4 de septiembre de 2011 (San Marino)
Para contar lo que pasó el pasado domingo hay que mencionar a los distintos compañeros en tres conjuntos.
En primer lugar, el grupo delantero “pro-tour” formado por Cesar, Dani Sedano, Nacho Vecino, Oscar (Française des Jeux), Emilio, otro compañero cuyo nombre desconozco y tres juveniles o cadetes.
Un segundo grupo formado por Alejandro (recalificado de “protour” a “continental”), Carlos Coria Pinarello, Miguel, Seve, Angel Pinarello, los dos hermanos charros Jesus y Manolo (del Sobradillo) y este redactor.
Y un tercer grupo formado por Antonio Queiruga, José Luis González, Juan y Andrés.
Todos los nombrados fuimos en grupo compacto hasta iniciarse la subida al Gurugú. Allí empezaron los ritmos superiores a las posibilidades de los “continentales” y tuve un pequeño incidente. Conforme iba subiendo y pegando golpes de riñón notaba que la bici perdía demasiada velocidad. Primeramente se van por delante los gallos y después uno por uno los demás. Finalmente antes de culminar la primera subida tuve que parar y bajarme de la bici y comprobé que la rueda trasera se había quedado pegada a la zapata derecha. Aflojé el cierre del eje, la centré y apreté nuevamente. Volví a montar en la bici y seguí pa’lante.
Giramos arriba a la izquierda para dirigirnos a Villalbilla. A estas alturas el grupo ya no era grupo sino varios grupúsculos. Por delante, los campeones; por detrás, sin agrupar, distintos elementos que van en peregrinación a cumplir con la ruta, totalmente desorganizados.
Llegué al pueblo de Corpa en solitario y siendo cabeza de carrera (testa de la corsa o tetè de la course, por si lee esta crónica algún italiano, algún francés).
De camino a Pezuela de las Torres y entre los sube y baja continuos, el grupo me dio caza. Venía encabezado por Cesar. No pude seguir su ritmo y doscientos metros después de darme alcance se fueron despegando de mí lentamente. Con mi mirada al frente pude ver como Alejandro tampoco pudo con el ritmo y antes de entrar en Pezuela de las Torres se quedaba retrasado de dicho primer grupo. Al igual que el pasado domingo 28 de agosto, Alejandro se “recalificaba” de pro-tour a continental.
La situación de la carrera era complicada. Nos quedaban aproximadamente noventa kilómetros por delante y me era imposible enganchar con el grupo de corredores de élite salvo que parasen. Por detrás, giré el cuello para ver si venía alguien y no se divisaba a ningún compañero. Como reitero, la situación era complicada.
Bien, como contaba anteriormente, Alejandro se descolgó del grupo delantero y con cierto esfuerzo por mi parte le di alcance. Continuamos para Pioz por una carretera de difícil transito para la bici de carrera por su continuo salto pues el firme era muy rugoso, lo que pongo de manifiesto para mayor escarnio de la administración competente, que creo, es la Comunidad de Madrid.
Llegamos a Hontoba y le indiqué a Alejandro:
- Cada uno que suba como pueda y el primero espera arriba.
Lo dije para que Alejandro no se reprimiera en el uso de sus fuerzas pero me dijo que trataría de no apretar. Poco después de iniciar la ascensión propiamente dicha (una vez pasado el pueblo) mi compañero de fatiga tuvo una leve accidente. Iba pedaleando de pie y en ese movimiento del guía de un lado a otro metió la rueda delantera hacia la derecha, pisando fuera de la zona firme de la calzada en una zona de gravilla suelta. Cayó sobre el lado izquierdo y tuvo una pequeña erosión o rasguño sobre su rodilla izquierda. No precisó ayuda para levantarse y tras enganchar la cadena se incorporó. Mientras él y yo nos reincorporábamos, nos daban caza Carlos Coria, Miguel y los hermanos Sobradillos, Jesús y Manolo. De este modo subimos los seis para arriba. Nos informaron que por detrás venía Seve y Ángel. Así que una vez llegados arriba aflojamos la marcha para esperar y Manolo (sobradillo de fuerza), se dio la vuelta para buscar y acompañar a los dos atrasados, Seve y Ángel.
Mientras tanto la carretera, en el páramo alcarreño, se tornó difícil por su firme en estado impropio para las bicis de carretera. Mejor se circula en ese corto tramo con bici de montaña. Tras dos o tres kilómetros de subida y a ocho y medio de Hontoba llegamos al cruce de la carretera que nos debe llevar a Escariche. En ese cruce paramos para esperar a los tres atrasados: Manolo, Seve y Ángel. Eran las once y media de la mañana, nos quedaba la mitad del recorrido. Aproveché la parada para disminuir el volumen de mi vejiga y ante lo que ya parecía esperar más de lo normal, me dirigí a un turismo que paró en el cruce para hacer el “stop” y me dirigí al conductor diciéndole:
- Perdone. ¿Ha adelantado Vd a tres ciclistas?
- Si, estaban arreglando un pinchazo.- Me contestó el amble señor.
Bueno, pues ya conocíamos el motivo del retraso. Carlos se subió a la bici y se fue en su busca. Mientras, Jesús hablaba con su esposa por el móvil para indicarle en qué lugar se encontraba, pues al parecer se dirigía a su busca.
Llegados los del pinchazo (Manolo fue la víctima) retomamos la marcha hacia Escariche, donde estaba previsto el almuerzo. A escasos ocho kilómetros dejamos la carretera que nos dirige a la hermosa población de Pastrana, localidad digna de ser visitada para comer un primer plato de gachas y un segundo de carne y visitar el Palacio Ducal en el que estuvo recluida (bajo arresto domiciliario se diría ahora) Doña Ana de Mendoza, Princesa de Éboli.
En Escariche paramos en un bar cerca de la plaza de la iglesia. El camarero nos informó de que hacía un ratito se había marchado un grupo de ciclistas del CCTorrejón. Entramos al bar y Ángel me dijo que llevaba una buena pájara encima, pues era su primera salida después de varios días de vacaciones. Se tomó dos “acuariuses” y tres o cuatro bollitos de chocolate. Como decía, en Escariche estaba previsto el almuerzo. Nunca se podrá utilizar esta voz, “almuerzo”, como mejor tino puesto que el camarero del bar nos partió unas rodajas de salchichón y nos puso un platito de cacahuetes, pero acto seguido se presentó en su coche la esposa, hija y padre de Jesús, los cuales portaban para gozo de todos los presentes las barras de pan, una generosa cuña de queso curado, una barra de lomo embuchado y una vuelta de chorizo. Brutal.
Por su parte, Seve le pidió al camarero que nos pusiera una botella de vino de su cuenta. Por temor a no poder moverme si daba buena cuenta del ágape improvisado, solo probé el lomo y tomé un culín de vino.
En dicho bar descubrí el arma secreta de Carlos. Un frasco de un producto farmacológico llamado “glucógeno” o algo así. Creo que está permitido por la UCI.
Así nos dieron las doce del mediodía con las campanas de la iglesia del pueblo tocando la hora del “Angelus”.
Creo que estábamos en el kilómetros sesenta y tres de la ruta, y tras retomar la marcha, la carretera se tornaba llana en ligera cuesta abajo pues nos dirigíamos nuevamente al valle del Tajuña. Tratamos de marcar una velocidad de crucero de 40 km/h , sin embargo, Ángel no podía aguantarlo y a la mínima cuesta se quedaba. Pusimos entonces un ritmo más bajo y tolerable de 30 km/h y así lo aguantó hasta que llegamos a la altura del bar Ventorro (conocido comúnmente como la Venta del Cojo), donde se inicia la subida a Pezuela de las Torres.
En la subida a Pezuela Ángel fue castigado por el “hombre del mazo” y era ayudado por Manuel y por Carlos, que lo empujaban para que no perdiera velocidad. Por detrás nos seguía en el coche la mujer de Jesús con los cuatro intermitentes encendidos para anunciar nuestra presencia a los conductores.
Tras la subida de Pezuela llegamos a la carretera pestosa de Corpa: pestosa por su mal estado y pestosa porque tiene un sube y baja de esos que llamamos rompe-piernas. Allí Ángel era empujado nuevamente por Carlos y Manolo quienes se hicieron acreedores en esta jornada al premio al ciclista solidario. Por mi parte, solo puedo alegar que yo estaba para recibir el empujón más que para empujar.
Los protagonistas de la jornada |
En Corpa giramos a la izquierda y bajamos hasta Valverde de Alcalá. Tras hacer el cruce a la izquierda y entrar en esta población nos dirigimos a Torres de la Alameda. En este tramo no nos percatamos de que Ángel iba empeorando su estado físico. Así, en las calles de Torres, Manolo se quedó a la espera de Ángel diciendo que el resto continuáramos. Al incorporarnos a la Autovía de Alcalá con el cruce de la carretera de Loeches paramos para ver si llegaban Manolo y Ángel. Tras varios minutos de charla los vimos aparecer. Finalmente llegamos a Torrejón con 115 km y cuatro horas y once minutos de marcha.
Torrejón de Ardoz, a lunes, cinco de septiembre de dos mil once (fiesta de San Rómulo).
P.D. El martes, 6 de septiembre me encontré con David Nuñez por la calle y me indicó que cuatro miembros llegaron a la salida a las nueve en punto, hora prevista en la página del club. De este modo me informó de que salieron José Gaspar "el Maño", Jose-Luis Conde, Millán (el Lagunero) y el propio David Núñez.
Torrejón de Ardoz, a miercoles, seis de septiembre de dos mil once (Santa Regina).
Un cuarto conjunto salimos del velódromo a las nueve, dicho conjunto estaba compuesto por José Gaspar "el Maño", Conde, Millán y el que suscribe. Sorprendidos por el escaso número de compañeros en la salida, sospechamos que el horario de la excursión había sufrido alguna variación. Esta circunstancia afectó a nuestro ánimo y decidimos relizar una pequeña ruta de 66 kms parando a tomar café en la villa de Nuevo Baztan. Marchamos en todo momento agrupados y a un ritmo no elevado, llegando a Torrejón a las 12:30h sin sufrir ningún contratiempo reseñable.
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