lunes, 30 de mayo de 2011

SALIDA DEL DOMINGO, 29 DE MAYO DE 2011



 
 

Domingo, 29 de mayo de 2011. Sexto domingo de Pascua.
Llego a la salida con  la hora pegada pues he tenido un pequeño contratiempo al presentarme al trastero de mi bici sin las llaves. Vuelta a casa por las llaves y regreso al trastero. Cuando llego al velódromo son las nueve horas y cinco minutos y ya están en marcha los ciclistas.
Tomamos la carretera N-II para desviarnos por la antigua carretera vieja, atravesar Alcalá de Henares y volver a la N-II. Por la Autovía continuamos hasta rebasar la ciudad de Guadalajara que nos obliga a subir unos tres kilómetros. En esta subida se rompe el pelotón que hasta entonces había ido uniforme por la autovía. Detrás quedaron los compañeros menos fuertes en aquel momento (Pichín, Maño, Andrés, el hombre del bigote blanco y otros) y por delante queda un grupo de unos veinte individuos entre los que me hallo. Nos desviamos a la derecha para subir el alto de Iriépal. La carretera es estrecha y se empina débilmente hasta llegar al pueblo de Iriépal. A partir de dicha localidad la carretera toma más inclinación. Fue en ese momento donde los “protour” decidieron poner fin a la compañía de aquellos ciclistas que podemos suponer un estorbo para sus expectativas del día y toman la delantera un grupo en el que había tres ciclistas del club de triatlón de Coslada, Emilio, Fran, Cesar, Nacho Vecino y algún otro “gallo” que no recuerdo en este momento (no tomaron la salida Dani Sedano, Angel, ni David Núñez, a quienes incluyo entre los “protour”, ni José Luis González, del grupo “continental” que estaba en la marcha Daganzo-Zaragoza).
Recuerdo que el comienzo de las primeras rampas duras (tras la localidad de Iriepal) se incorporaba un chaval con bicicleta de montaña (BTT como dicen los refinados) y fue absorbido por los “protour” pero no se quedó de rueda sino que les aguantó el ritmo, al menos hasta donde me llegaba la vista (un tío cojonudo).
Fuente: http://www.altimetrias.net/
Por mi parte decidí marcarme el ritmo sin fijarme en otras ruedas, puesto que consideraba que mis compañeros estaban todos más fuertes y así fue. Un poco por delante se marcharon Nacho García Pecharroman con el hombre de negro con bici blanca (creo que se llama Nico), Alejandro y Carlos Coria. Al final de la subida me toman rueda Benito y Millán. Tras la subida no comienza a continuación la bajada sino que continuamos por una meseta que está atravesada por las vías del Tren de Alta Velocidad (AVE) y para salvar dicho escollo hay que subir un puente que tras la subida fastidia un poco las piernas.

Poco después sí, comienza la bajada. En la bajada se marcha por delante Benito y Millán con Carlos y a mí me adelante como una centella Angel, un compañero de características morfológicas similares a las mías, es decir, alto, con mucho peso y bicicleta de metal para que resista.
La bajada al siguiente pueblo, Centenera, al comienzo carece de curvas cerradas y se traza muy bien, sin embargo, llegando a la zona más baja, cerca del pueblo, hay dos o tres curvas de esas que llaman de herradura (y que en mi pueblo llamamos “revueltas”) que obligan a tirar de freno sin descuidarse lo más mínimo. En la fuente de Centenera paramos a rellenar nuestros botellines. Entre tanto, sin parar pasan Seve y Miguel. En esta fuente Nico  aprovecha el parón para dar aire a una rueda y Millán se come un plátano que luego le sentará mal. Estábamos en ese momento en torno al kilómetro cincuenta de ruta.
Incorporados a la ruta tomamos una carretera (por llamarla algo, porque más bien era un camino de cabras) con destino al siguiente pueblo que es Lupiana.
Este tramo de vía es un ejemplo del desarrollo de un país como España. Resulta que tenemos los siguientes organismos con competencias sobre carreteras: Ministerio de Fomento (gobierno de España); Consejería de Fomento de la comunidad autónoma correspondiente (en este caso, la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha); la Diputación Provincial de Guadalajara. En definitiva hay tres Administraciones distintas, con competencias sobre carreteras con un presupuesto de gasto muy importante y sin embargo el tramo de Centenera a Lupiana está impresentable. Es evidente que no es el tramo de carretera con más tránsito de España pero también es cierto que la legislación de tráfico se ha endurecido enormemente en los últimos tres años (carnet por puntos, eliminación del derecho a recurrir si pagas la multa propuesta, consideración de delito penal y no infracción administrativa circular a determinadas velocidades) y sin embargo el poder público no corresponde en igual medida ante la situación física de las vías públicas.
Es muy poco edificante verse sometido a legislaciones tan duras y exigentes, que incluso proscriben derechos fundamentales como es el de reclamar ante denuncias de los agentes de la autoridad o incluso denuncias formuladas por meras máquinas de detección tales como el RADAR sin identificación del conductor y luego viajar por auténticos caminos de cabras más propios de la España de los años cuarenta (1940 no 2040) o de paises en vías de desarrollo como los hispanoamericanos o los norteafricanos (con todos los respetos para los hispanoamericanos y para los magrebíes).
En fin, volvamos al tema que nos ocupa: la carretera de Centenera a Lupina: Este tramo de continuos baches, charcos con fondo desconocido y tramos de carretera “descarnada” hizo que dejáramos la indignación para momentos posteriores, como el de la redacción de esta crónica, y que con el espíritu deportivo y lúdico de la salida, al menos yo, trasladara mi mente a rutas tales como la Paris-Roubaix donde Cancellara aprovecha los tramos de tierra y adoquinado para liberar el animal que lleva dentro. Por otra parte, también es cierto que el valor de mi bici (aunque para mí no tiene precio) en el mercado es muy inferior a los “pepinos” que conducían algunos integrantes del grupo como las “Pinarello” de al menos tres compañeros de grupo, que obligaba a su conductor y dueño a ser cauto y precavido para no tirar por un bache un bien de más de seis mil o siete mil euros.
Sea como fuere, en ese momento y lugar me veía comandando el grupo frente a las quejas de los “Pinarellos” respecto del estado de la vía y del que confeccionó la ruta.

Detalle de la subida a Horche.
Fuente. http://www.altimetrias.net/

Por otra parte grises nubarrones se iban cerniendo sobre nuestras cabezas y finalmente el grupo llegó a Lupiana para tomar una carretera digna de llevar tal sustantivo. Las primeras gotas de lluvia ya empezaron a golpear nuestros rostros. Comenzábamos una nueva subida. Nos dirigíamos a la carretera N-320 con destino a Horche. La subida tiene entre tres y cuatro kilómetros. El silencio del lugar solo se veía interrumpido por el jadeo de mi respiración y por las gotas de lluvia que golpeaban mi casco. La lluvia era muy leve y tolerable. Por delante se iban los cuatro magnificos del día: Nico, Nacho García, Carlos Coria y Alejandro. En la subida fui rebasado por Angel. Detrás venían Benito, Millán y Seve. Culminado el puertecillo cesó la lluvía y se abrió parcialmente el cielo para dejar entrar directamente los rayos del sol. El día era caluroso y bochornoso. Millán empezó a sentirse cansado y en cuanto la carretera se ponía ligeramente cuesta arriba se quedaba herido. Achacaba su mal estado al plátano que tomó allí en Centenera y que seguramente no era de Canarias, de ahí su mala digestión. Así pues, a la vista de que Horche estaba ya muy cerca y tocaba parar a tomar café, me dejé descolgar del grupo y esperé a Millán para tirar de él hasta el bar de la plaza que está en una cuesta abajo que luego hay que subir en frío. En la parada del bar llevábamos cubiertos sesenta y cinco kilómetros aproximadamente.
Reanudamos la marcha los siguientes componentes que ya fuimos juntos hasta el final: Nacho García Pecharroman, Nico (el hombre de negro con bici blanca, Alejandro, Carlos Coria del Río, Benito, Millán, Angel, Miguel, Seve y este humilde redactor.

De Horche a Yebes la carretera era llana. No paramos en la fuente de Yebes y continuamos la cuesta abajo que nos dirige al Valdarachas y al cruce que se toma a derechas para comenzar la subida a El Pozo de Guadalajara. La bajada se hizo rápida, pues aunque la carretera estaba mojada por las lluvias de la mañana, las trazadas eran abiertas. En dicha subida cada uno subió como pudo. Recuerdo que en la subida rebasamos a varios componentes de un club de Alcalá de Henares. Los alcalainos se agruparon antes de entrar en El Pozo, mientas que nosotros paramos a la salida, en una gasolinera. Pues bien, los de Alcalá pasaron ya en un grupo delante de los que allí estábamos esperando la reagrupación de los nuestros donde faltaba el apajarado de la mañana, el compañero Millán. Una vez estábamos todos, pusimos ritmo de caza al grupo del Alcalá, pasamos  por Santorcaz y neutralizamos a ese grupo tras rebasar la población de Anchuelo. Llevaban coche escoba y nos pusimos al rebufo de este grupo hasta que en el lugar que denominamos “el Rebentón” Alejandro aumento el ritmo para ganarse una exagerada bronca de los compañeros alcalainos, los cuales se desviaron hacía Alcalá en el Gurugú, con Alejandro que siguió con la discusión.

Millán, protagonista
en la jornada
del domingo

Nosotros continuamos por la carretera de Torres de la Alameda, pero en la rampa que hay tras el Gurugú, Millán hubo de echar pie a tierra y parar porque notaba fuertes calambres en las piernas. Tras algún minuto de recuperación, reanudamos la marcha por dicha carretera, que va en ligero descenso y nos valió para recuperar el resuello. En el aspecto anecdótico cabe reseñar en que una rotonda en la que pasamos los compañeros en fila de a uno, se metió desde la derecha un turismo dirigido por una mujer. Las protestas de todos los que vimos tal infracción llevaron a Nacho García a abroncar a la conductora porque fue él el que más perjudicado de todos pudo haber salido pues poco faltó para llevárselo por delante con el coche. No diré el nombre del extremo miembro de nuestro grupo que al ver aquella infracción que pudo haber supuesto una caída y lesión, para nuestro compañero se dirigió a la infractora con la palabra “puta”, lo cual me merece cuando menos un injusto trato hacía los conductores del sexo femenino. Así se lo hice saber momentos después del incidente, pues le dije que a pesar de ser ella la infractora, nos podría haber denunciado a las autoridades como presunta víctima de violencia machista, por lo que le recomendé que si en el futuro nos pasa algo parecido (esperemos que no) se dirija a la persona infractora, no como “puta”, sino como “mala conductora”.
Tomamos la carretera nueva de Torres que nos lleva a la autovía-autopista y luego llegamos a Torrejón. Millán todavía tenía por delante otros diez kilómetros para llegar a su Coslada residencial, y fue Benito el que se brindó para acompañarlo.

Aquí termina la crónica de esta ruta singular por

perfil de la etapa

el recorrido, el tiempo climatológico y las anécdotas donde tuvimos varios protagonistas: la lluvía, el largo transito por autovía, la pájara de Millán y la bronca a Alejandro.
Torrejón de Ardoz, a 30 de mayo de 2011.




No hay comentarios:

Publicar un comentario