lunes, 23 de mayo de 2011

SALIDA DEL DOMINGO, 22 DE MAYO DE 2011.





Domingo, 22 de mayo de 2011. Quinto domingo de Pascua.
Tomamos la salida alrededor de una veintena. Están los “protour”, tres juveniles y los continentales e insulares. El día amanece con nubes y claros y a lo largo de la mañana el cielo se despeja para que el sol acabe achicharrándonos. Nos dirigimos hacía la ciudad complutense para subir la primera dificultad montañosa: el Gurugú. En la subida a esta pequeña cumbre los “protour” empiezan a arreciar, sin poner un ritmo brutal para que alguno pueda engancharse a su ritmo. Así tomamos la carretera que nos dirige a Anchuelo donde la carretera “pica” para arriba hasta llegar a Santorcaz, donde la cuesta ya es dura. Allí no pude aguantar el ritmo más duro impuesto por los Sedano, Emilio, Tomi, Angel, Nacho Vecino y los tres juveniles. Igualmente se me fueron por delante formando otro grupo Carlos, Alejandro, el hombre delgado de barbas y bici blanca, con otro que no recuerdo. Empecé a tirar, pero uno solo frente a los grupos poco puede hacer y daré gracias a que los “protour” se apiadaron del grupo perseguidor y los esperaron en la rotonda de entrada a El Pozo de Guadalajara. Allí fui visto por los “protour” y dieron una vuelta más a la rotonda para integrarme en el grupo.
Así realizamos la bajada hacia a Aranzueque. En dicha bajada no quise arriesgarme en demasía por lo que todos se fueron por delante y me quedé tras el compañero de barbas con bici blanca y ropa negra el cual tenía algún problema con los frenos y tampoco quiso acelerarse en demasía.
De este modo fuimos solos hasta Aranzueque en cuya localidad, a la altura de un cruce hubimos de parar y preguntar a un vecino de dicha localidad que por dónde había ido un grupo ciclista. Nos indicó un dirección por una carretera estrecha y rugosa que nos dirigiría hasta el pueblo de Renera. Para ello tuvimos que realizar una subida de unos cuatro kilómetros con una pendiente muy continuada (yo calculo que alrededor del seis por ciento). Mi compañero se fue unos metros por delante de mí y poco a poco fue aumentando la distancia conmigo. Llegado a la cúspide comencé otra bajada con unas vistas espectaculares (igual que la subida) para llegar al pueblo de Renera, donde estaban todos en el bar de la plaza del pueblo.
Tomé una coca-cola con un sobre de azúcar y me senté un rato. Poco a poco fueron llegando unidades al bar.
Reiniciada la marcha comenzamos una nueva subida que según el itinerario iba al cruce de Tendilla. Se trataba esta de la tercera cota puntuable de la jornada. En uno de los cruces sobrepasamos a Jose-Luis y otro compañero que cargaban sus botellines de agua en una fuente. Fue en esta subida donde los “protour” y juveniles se fueron definitivamente para delante y ya no los vimos. Nosotros nos agrupamos en el llano formando un grupo con varios miembros como Carlos, Miguel, Seve, Francisco, Andrés, Alejandro y algún compañero más cuyos nombres no recuerdo, entre ellos el hombre de barba, con ropa negra y bici blanca. Así fuimos por la carretera que discurre paralela al rio Tajuña en llano que picaba para abajo siguiendo su curso. Así llegamos a un cruce con dirección a Pezuela de las Torres donde comenzó la cuarta cota puntuable.
En este lugar íbamos todos cascados. Recuerdo que el casco me recalentaba la cabeza de mala manera. Justo antes del comienzo el jefe de grupo, Seve, grito “¡Paramos arriba en la fuente!”. En la subida se fueron por delante de mi el ligero hombre de barba con ropa negra y bici blanca y Alejandro. En las últimas rampas Seve me hizo una pasada con fuerza sin que tuviera yo fuerzas para seguir su ritmo, así que quede en cuarto puesto a la llegada de la fuente.
La fuente sirvió para apagar el fuego de nuestros ardientes cascos. Metí la gorra en el agua y acto seguido me la coloqué en la cabeza. Bebimos agua y continuamos la carrera ya con ochenta kilómetros en las piernas. Las pequeñas rampas de camino a Corpa se hacía duras y llegados a Corpa nos lanzamos para abajo. Dado el
cansancio acumulado, la bajada se hace difícil pues no hay que perder la concentración, pero con lo que ya llevábamos en el cuerpo, con la hora que era (más de las doce del mediodía) y con el calor, la dificultad se hace mayor. No obstante la carretera de Corpa a Valverde sigue estando en buen estado y nos presentamos en Torres de la Alameda rápidamente. Ya en Torres subimos una rampa que corta el ritmo y nos desviamos a la derecha para bajar la nueva carretera-Autovía para llegar a Torrejón. Finalmente llegué a casa a las catorce horas y veinte minutos.
Tras la comida, Giro de Italia por Veo-7 y calambres en las piernas, más que por ver
la demostración de fuerza de Contador en los Dolomitas, por la paliza matutina en las piernas.
Torrejón de Ardoz, a veintitrés de mayo de dos mil once.

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