Domingo, 22 de mayo de 2011. Quinto domingo de Pascua.
Así realizamos la bajada hacia a Aranzueque. En dicha bajada no quise arriesgarme en demasía por lo que todos se fueron por delante y me quedé tras el compañero de barbas con bici blanca y ropa negra el cual tenía algún problema con los frenos y tampoco quiso acelerarse en demasía.
Tomé una coca-cola con un sobre de azúcar y me senté un rato. Poco a poco fueron llegando unidades al bar.
Reiniciada la marcha comenzamos una nueva subida que según el itinerario iba al cruce de Tendilla. Se trataba esta de la tercera cota puntuable de la jornada. En uno de los cruces sobrepasamos a Jose-Luis y otro compañero que cargaban sus botellines de agua en una fuente. Fue en esta subida donde los “protour” y juveniles se fueron definitivamente para delante y ya no los vimos. Nosotros nos agrupamos en el llano formando un grupo con varios miembros como Carlos, Miguel, Seve, Francisco, Andrés, Alejandro y algún compañero más cuyos nombres no recuerdo, entre ellos el hombre de barba, con ropa negra y bici blanca. Así fuimos por la carretera que discurre paralela al rio Tajuña en llano que picaba para abajo siguiendo su curso. Así llegamos a un cruce con dirección a Pezuela de las Torres donde comenzó la cuarta cota puntuable.
En este lugar íbamos todos cascados. Recuerdo que el casco me recalentaba la cabeza de mala manera. Justo antes del comienzo el jefe de grupo, Seve, grito “¡Paramos arriba en la fuente!”. En la subida se fueron por delante de mi el ligero hombre de barba con ropa negra y bici blanca y Alejandro. En las últimas rampas Seve me hizo una pasada con fuerza sin que tuviera yo fuerzas para seguir su ritmo, así que quede en cuarto puesto a la llegada de la fuente.
La fuente sirvió para apagar el fuego de nuestros ardientes cascos. Metí la gorra en el agua y acto seguido me la coloqué en la cabeza. Bebimos agua y continuamos la carrera ya con ochenta kilómetros en las piernas. Las pequeñas rampas de camino a Corpa se hacía duras y llegados a Corpa nos lanzamos para abajo. Dado el
cansancio acumulado, la bajada se hace difícil pues no hay que perder la concentración, pero con lo que ya llevábamos en el cuerpo, con la hora que era (más de las doce del mediodía) y con el calor, la dificultad se hace mayor. No obstante la carretera de Corpa a Valverde sigue estando en buen estado y nos presentamos en Torres de la Alameda rápidamente. Ya en Torres subimos una rampa que corta el ritmo y nos desviamos a la derecha para bajar la nueva carretera-Autovía para llegar a Torrejón. Finalmente llegué a casa a las catorce horas y veinte minutos.
Tras la comida, Giro de Italia por Veo-7 y calambres en las piernas, más que por ver
Torrejón de Ardoz, a veintitrés de mayo de dos mil once.
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