Desde el miércoles 1 de junio permanecí muy atento al pronóstico del tiempo puesto que se anunciaba que la península estaría bajo la borrasca. Se preveía lluvia para el sábado por la tarde pero a pesar de las nubes no cayó gota de agua. Así que para el domingo, que también se preveían lluvias para por la tarde estuve expectante hasta el amanecer de ese día.
A las 7:30 horas lo cierto es que el cielo estaba despejado por lo que desayuné y me dirigí a recoger la bici.
A las 8:30 horas estábamos en la salida del velódromo un grupo reducido de unos quince miembros en el que no estaban los gallos puesto que estaban en Burgos corriendo la marcha de la federación. Nos juntamos los siguientes compañeros: (1)Juan, (2)Martín, (3)Millán, (4)Nico, (5)el Maño, (6)Jose-Luis González, (7)José-Luis (el otro), (8)Seve, Andrés, (9)Francisco, (10)Rafa, (11)Queiruga, (12) Miguel, dos jóvenes compañeros que corren con licencia master y cuyos nombres desconozco en este momento y este humilde redactor.
Dado que el grupo era reducido, no había plan de hacer un grupo de rápidos puesto que entonces la disgregación habitual en este día sería muy alta. Así que salimos camino de Ajalvir en plan de calentar músculos, hablar de las últimas novedades de la semana e ir cubriendo kilómetros. Solo en las cuestas se podían ver el estiramiento y ruptura del grupo que pocos hectómetros después se reagrupaba.
No quisiera enzarzarme con el Sr. Alcalde y resto de la corporación municipal de Cobeña, pero cada vez que pasamos por esa travesía que han puesto en Cobeña me pongo de mal humor. ¡Vaya puta mierda de travesía! El adoquinado es tan malo en ese pueblo que decidí imitar lo que hizo otro compañero, es decir, ir en la bici por la acera durante toda la travesía. Sé que es una infracción puesto que está prohibido ir montado en bici sobre la acera pero no queda otra opción ante la cabronada que supone ese solado cuyas consecuencias son la vibración y martillamiento en que se ha convertido la travesía de Cobeña. Evidentemente no había transeúntes por dichas aceras, así que al ver que quien me precedía, Millán, optó por dicha solución, le seguí, y que fuera lo que Dios quisiera. El Alcalde y la corporación municipal de Cobeña se han cubierto de gloria. Tuvieron la carretera cortada más de dos meses y cuando la abren dejan una carretera que a los coches (con buenas suspensión) el adoquinado no les obliga a bajar la velocidad por ese tramo y por otro lado los ciclistas debemos utilizar la acera porque el adoquinado nos rompe los radios de las ruedas, el cuadro, los brazos y el culo.
Pasada la rotonda de Algete hubimos de parar puesto que Martín tenía problemas con el cambio. Al parecer la cadena se le salía al cambiar de plato. Reanudada la marcha pasamos por Fuente el Saz, Valdetorres y Talamanca de Jarama, dicha carretera está muy dañada en toda la zona próxima al arcén y es necesaria su reparación, por lo que desde estas líneas le pedimos al organismo competente (supongo que será la Comunidad de Madrid), que ponga presupuesto y manos a la obra.
Desde el cruce de Talamanca y hasta ese pueblo (Valdepielagos) la pendiente es muy baja, sin embargo poco después la carretera empieza a empinarse y los seis kilómetros desde Valdepielagos hasta el Cubillo de Uceda se hacen duros y en algún tramo muy difíciles. Hay algún repecho con desniveles del 10% (o más según algunos) y hube de “meter toda la tranca”, es decir, el tercer plato (30 dientes) con el último piñón (no sé cuantos dientes, supongo que 25 o 26 dientes). Pues, con todo y con eso, yo iba haciendo “eses” y viendo como Millán se me iba poco a poco.
Un par de kilómetros antes de llegar a El Cubillo la carretera de vuelve llana. Estamos sobre una meseta cerca de los mil metros de altitud donde todo lo que está a los márgenes de la carretera son tierras de labor sembradas de cereal secano (cebada posiblemente) que no levantaba más de un metro del suelo a pesar de estar ya en junio. Un par explotación agrarias completan dicho paisaje del altiplano de esta zona de la provincia de Guadalajara. Finalmente llegamos a El Cubillo de Uceda donde tomamos el café en el “bar el Stop” sito en la “Puerta del Sol”. Allí había otro grupo de cicloturistas de un club de Guadalajara. En ese lugar llevábamos cubiertos cuarenta y nueve kilómetros desde la salida.
Tras el café reanudamos la marcha con rumbo a Viñuelas, y después pasamos por Valdenuño Fernandez con una cuesta abajo y repecho, donde aprovechamos para hacer alguna serie en las subidas. Después, reagrupado el grupo nos dirigimos a El Casar de Talamanca. Tras el “stop” giramos a la izquierda hasta la urbanización “Las Castillas” y giro a la derecha en busca de Ribatejada. En esta zona la velocidad media subió un poco y tras la urbanización de Serracines comenzó la zona de toboganes hasta llegar a Daganzo. En Daganzo el grupo sí se rompió por los acelerones y repecho que va desde el Cuartelillo hasta la Rotonda de Ajalvir. Por detrás quedaron tres o cuatro compañeros y delante quedamos el resto.
En el repecho del polígono industrial de Ajalvir (a siete kilómetros de meta) traté de sorprender a mis compañeros al estilo Cancellara, pero antes de culminar la rampa (que subía con plato mediano) me quedé sin resuello y Jose-Luis González primero, y después el resto me pasaron en la cumbre (todos con plato grande), con lo cual mis posibilidades se vieron anuladas.
Así llegamos finalmente a Torrejón, donde habíamos hecho los ciento cuatro kilómetros en casi cuatro horas, por lo que la media fue aproximadamente de 25 km/h , paupérrimo.
Torrejón de Ardoz, a cinco de junio de dos mil once, siendo las veinte horas y cuarenta y ocho minutos.
Fdo: Oscar Barbado
No hay comentarios:
Publicar un comentario