Salida del domingo, 13 de mayo de 2012.
A las ocho horas y cincuenta minutos del
domingo 13 de mayo de 2012 Miguel me hace entrega del coche de asistencia a la
puerta del vehículo. Nueva experiencia.
Toman la salida un elenco de unos veinte corredores. Fueron unidos hasta Camarma
de esteruelas. A partir de aquella población se descolgaron tres corredores:
Jose-Luis Conde, Rafa y otro (cuyo nombre desconozco). Yo permanecía con el
vehículo tras ellos un rato y luego fui en busca del gran grupo. Creí y sigo creyendo
que el coche era más necesario delante porque además no había un hombre sólo
sino tres. Además en la travesía de Valdeaveruelo dos coches pusieron en
peligro a los ciclistas en una rotonda con pitidos por el lado de los
conductores e insultos irreproducibles por parte de algunos miembros de la
grupeta.
En Torrejón del Rey hicimos el giro a la derecha para
comenzar la primera subida (subida para mí, para los campeones una cuesta o
repecho). Ya eran más de dos minutos la diferencia con los tres de atrás. Por
su parte, Antonio Queiruga se quedó en esta subida y por delante se formaron
dos grupos. Yo permanecí con el grupo trasero (menos numeroso): Seve, Andrés,
Francisco Morante, Carlos Bracle, Miguel, Maño, Martín y Jose-Luis Gonzlaez.
Bajamos hacia la Autovía A-II para subir la segunda dificultad montañosa: La
cuesta de Guadalajara (o “Sotillo”).
Para mayor dificultad, además de discurrir por Autovía
(permitido pero peligroso) hubo un coche averiado y parado en el carril derecho
de la subida. La Guardia Civil de Tráfico ayudaba a organizar el tráfico. Así
seguimos hasta la subida a Chiloeches (tercera subida).
En Chiloeches aceleré para adelantarme y sacar algunas
fotos a los compañeros: Seve, sin darmen cuenta, se había agarrado al coche al
más puro estilo Cavendish y subió en un tiempo record la cuesta.
En el Pozo de Guadalajara hicimos la parada del café.
Los gastos ya estaban aburridos de esperar.
Reanudamos la marcha, pero no iban todos los
compañeros. A los cuatro compañeros dejados a su suerte allí por Torrejón del
Rey, se suma José-Luis González y Martín (no sé si alguno más) que decidieron
seguir a un ritmo menos exigente por su lado.
En Pezuela de las Torres el grupo volvió a quebrarse
por los acelerones de los galgos y hubo nuevamente formación de dos grupos.
Nuevamente el coche (y por ende este conductor y narrador) permanecieron con el
grupo trasero. De camino entre Valverde y Torres los ciclistas se pusieron tras
el coche para tratar de quitarse el viento frontal pero la maniobra, nunca ensayada
anteriormente, no salió bien y no conseguía mantener una velocidad asumible por
parte de los deportistas que permitiese una persecución eficaz y eficiente.
A la entrada de Torrejón de Ardoz, me esperaba Angel
para hacerse cargo del coche, pues le toca conducir la próxima semana. Me
comentó que llevaba esperando veinticinco minutos. Es decir, que desde
Pezuela, donde se desató la última batalla, hasta Torrejón, sacaron veinticinco
minutos de ventaja al segundo grupo. Sorprendente.
Conclusión de la experiencia: Como todo lo que se hace
en sociedad, nunca satisface a la totalidad. Me han hecho comentarios referentes
a que el coche solo sirve para esperar a los más lentos. Cierto. También es
cierto que el coche ha ido dejando “cadáveres”
por detrás. En fin, solo puedo decir que sería bueno fijar una norma para que
el conductor sepa a qué atenerse en estos supuestos de descuelgue de compañeros
o fracción del pelotón en varios grupos.
Torrejón de Ardoz, a quince de mayo de dos mil doce.
PD. Puede ver el vídeo con fotos de la jornada a continuación.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario