jueves, 18 de agosto de 2011

SALIDA DEL DOMINGO, 14 DE AGOSTO DE 2011 (SAN MAXIMILIANO)


Itinerario: Torrejón de Ardoz, Torres de la Alameda (por la carretera nueva); Valverde de Alcalá; Nuevo Baztán; Pozuelo del Rey; Torres de la Alameda; Torrejón de Ardoz (por la CAMPSA).

Carlos Coria Pinarello;  José-Luis González Méndiz; José-Luis Conde; Antonio Queiruga Capdevila; otros dos compañeros cuyos nombres desconozco y este escribiente.

Salimos a las ocho y media siete corredores si bien alguno más está en la salida para coger el coche y partir hacía el puerto de la Morcuera (Seve y Andrés), puesto que este mismo día 14 de agosto se celebra la marcha cicloturista de Perico Delgado en Segovia (decimoctava edición que en esta ocasión homenajea a Miguel Induráin, en su vigésimo aniversario de la conquista de su primer Tour de Francia).
Nosotros tomamos la carretera de Alcalá para girar a la derecha en busca de la carretera de Torres de la Alameda. Pocos metros antes de entrar en esta población paré con Carlos Coria Pinarello para ayudarle a sacar el cadáver de un mosquito estampado en su ojo izquierdo. Tras varios intentos a punta de pañuelo no tuve la destreza suficiente para sacar dichos restos. Así reanudamos la marcha para alcanzar a nuestros cuatro compañeros que marchaban por delante. Hasta ese momento no me notaba cansado pero la carretera de Torres de la Alameda a Valverde de Alcalá está en ligera subida y no era capaz de ponerme a rueda de Carlos. Pensé: ¡Uy uy uy … pa’mí que me está dando la pájara! Carlos se fue rápido por los cuatro ciclistas delanteros, les adelantó y paró en Valverde de Alcalá para tratar de sacarse el mosquito del ojo (finalmente lo consiguió con la consiguiente recriminación hacia mi falta de destreza e impericia en tales labores). Paramos los seis algo más de un minuto mientras Carlos se echaba agua en la cara y ojo y reanudamos la marcha.
Mientras tanto, y por si fuera poca mi sensación de flojera, observaba atónico como el pulsómetro me llegaba a marcar doscientos veinte (220) pulsaciones por minuto. No había razones y sintomatología de tal pulso. Estaba cansado pero nunca he logrado pasar de ciento noventa (190) pulsaciones. ¿Qué demonios estaba pasando?. A decir de los compañeros, podría ser que la pila del sensor estuviese con poca carga y sumase a mis pulsaciones las que emitiese otro sensor de otro ciclista en una frecuencia similar.
Desde Valverde de Alcalá hacia Nuevo Baztán también me descolgué del grupo en la primera cuesta. Yo pensaba: “Llevamos veinte kilómetros y ya voy fastidiado”.
José Luis González dio media vuelta se puso a mi altura y me acompañó hasta Nuevo Baztán ofreciéndome su bidón de “Acuarios”. En la entrada de Nuevo Baztán estaban el resto de compañeros marchando despacio esperando nuestra llegada. Ante esta situación de aflojar la marcha de todos en pos de mi espera y sabiendo que solo llevábamos veinte kilómetros, indiqué a mis compañeros que siguieran por el itinerario propuesto y yo por mi parte me desviaría en Nuevo Baztán para volver a Torrejón y recuperarme para tratar de estar mejor en la próxima salida.
Así que tomé el siguiente cruce a la derecha y me dirigí a mi ritmo, sin prisa hacía Pozuelo del Rey. En Pozuelo del Rey paré, porque me notaba encogido en la bici. Aflojé la tija y subí el sillín algo más de un centímetro. Al volver a montar no notaba problemas en el pedaleo, así que continué por la misma carretera y a unos tres o cuatro kilómetros después giré a la derecha para dirigirme a Torres de la Alameda. Tras este cruce comienza una rampa corta que pasa ante varios campos de olivos. Desde un camino se iba a incorporar un coche de esos que tienen matricula de ciclomotor por ser su motor inferior a determinada cilindrada que se pueden conducir con carnet de ciclomotor. Pues bien, este cochecito me adelantó en la subida de dicha rampa y me pasó bien cerca de la pierna izquierda. Como no me pasó a gran velocidad tampoco le dí mucha importancia. Sin embargo, tras llegar al final de la rampa comienza una baja larga hacia Torres de la Alameda. Pues bien, aquí tuve que estar frenando más de la cuenta (y eso que los que me conocen saben que no soy un especialista en las bajadas pronunciadas) porque el buen cochecito no puede pasar de 50 km/h y la verdad es que el velocímetros me llegó a marcar los 60 km/h.
Ya en Torres de la Alameda y dirigí a la carretera de Torrejón pasé por un lugar con un olor a aguas putrefactas que hace que la respiración se haga más lenta para tragar menos aire.
En el cruce de la CAMPSA tuve que cambiar de plato y finalmente vi por delante a otro compañero cicloturista al que eché mano en la bajada hacía del cruce de Torrejón-Mejorada.
Ya en Torrejón colgué la bici, me llevé a casa el pulsómetro para seguir midiendo las pulsaciones y poco más en este domingo, 14 de agosto de 2011.

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