Tras quince días sin montar, me levanto a las seis de la mañana como consecuencia del llanto de mi niña, que se queja de los calores de la noche de verano. Desayuno y me visto para ir en busca de la bici. El primer contratiempo viene al abrocharme la riñonera porque el cierre se rompe. Así que dejo la mitad de las cosas en casa (libreta, lápiz) y me llevo una cámara y desmontables. El segundo contratiempo viene en la gasolinera del “Gordillo” en la Avenida de Castilla de San Fernando. Al hinchar la rueda trasera, la válvula se rompe y el aire que coge lo vuelve a soltar. Allí tuve que desmontar la rueda trasera y cambiar la cámara. Así que hube de regresar por otra cámara.
Por estos motivos, llegué tarde a la salida y enlacé con la grupeta en la carretera de Alcalá. No pude saludar a la mayoría de los compañeros y finalmente fui a cola de grupo hablando con Millán y acabamos descolgados antes de llegar a Valdeavero. Millán fue agredido por una avispa que le picó en el labio inferior y se le hinchó como una morcilla.
Por este motivo decidimos recortar la ruta y atajar por la carretera que va a Villanueva de la Torre, donde hay una subida interesante. Fuimos Millán, José-Luis González, Maño, Queiruga y Juan. Destacaré la travesía de Villanueva de la Torre que tiene en mitad de la calle un “vierte-aguas” longitudinal que, de caer la bici en medio, puede implicar una caída segura.
En El Pozo de Guadalajara paramos a tomar café.
A la salida de El Pozo reventé la rueda delantera antes de llegar a la rotonda de la gasolinera de dicha población con uno de los clavos que están al aire en la travesía y que deberían estar tapados por esos artilugios que sirven para frenar la velocidad de los coches en forma de ligeros badenes. Sonó como la explosión de un petardo y se salió la cubierta de la rueda. Maño se puso manos a la obra y con Seve se resolvió el asunto en unos cinco minutos. Para abundar en los contratiempos, con motivo del reventón se perdió el imán que va pegado a un radio de la rueda para pasar ante el sensor del cuentakilómetros, por lo que me quedé sin velocímetros y por tanto sin poder realizar mi humilde estadística sobre velocidad media parcial y total.
Pero lo más grave estaba por venir. Tras superar la población de Pezuela de las Torres y de camino a Corpa, iba ya encabezando el grupo. Vi dos piedras gordas cerca del arcén y con mi mano derecha hice un gesto para indicar que lo que me seguían se desviasen hacia el centro de la carretera para no colisionar. Pues bien, poco después escuche el ruido de un bici contra el suelo y la voz de otro compañero que decía “¡CAIDA!” Comencé a frenar, con el resto del grupo. Aun no sabía quién era el compañero que había ido al suelo. Finalmente y tras dar la vuelta vi a Seve y a otros ayudando a levantarse a Maño. Presentaba fuertes erosiones en ambos codos y una pierna, así como alguna quemadura en el hombro y al parecer impacto en cabeza salvado por el casco.
Durante unos minutos estuvimos ayudándole a incorporarse y a reponer la bici. Estábamos cerca de Corpa y en la fuente paramos para que se limpiase las heridas y posteriormente pasamos por Torres de la Alameda y regresamos a casa.
Un día caluroso y para olvidar.
Torrejón de Ardoz, a veintisiete de junio de dos mil once.
Perfil de ruta y detalle de la subida de Chiloeches |