miércoles, 13 de abril de 2011

SALIDA DEL DOMINGO DÍA 3 DE ABRIL DE 2011


Cuarto domingo de cuaresma. Tras unos días de calor veraniego se presenta un fin de semana nuboso aunque no desapacible. El domingo amanece totalmente nublado pero parece que el cielo no está todo lo oscuro que tiene que estar para llover, por lo que me voy a tomar la salida al velódromo. El número de participantes es muy elevado para el tiempo que hace ya que, como he dicho, parece que lloverá. Además el pronóstico del tiempo en la televisión también prevé lluvia.

Tomamos la salida con dirección a Ajalvir en plan tranquilo en fila de dos, charlando hasta que después de cruzar la señal de final de poblado de Ajalvir los gallos, sedientos de piques y con ganas de probarse en las cuestas comienzan a dejar gente por detrás. La selección ya está hecho: El grupo “Pro-tour” en el que tenemos unos cinco corredores que además van acompañados de unos cadetes del club que les sirven de liebres (eran Dani Sedano, Vicente, Emilio, Nacho y David Nuñez; no sé si me dejo alguno más).

El otro grupo, en el que me incluyo es el “insular” (ni siquiera “continental”). Así llegados al intransitable pueblo de Cobeña (sí, intransitable, porque el arreglo de la travesía es, en mi opinión y en palabras gruesas, una putada para los cicloturistas puesto que ese suelo de adoquines que tuvo mucho éxito en el primer cuarto del siglo XX en España ya no se lleva ni en Marruecos, aunque sí en Cobeña.

Las calles y paseos adoquinados en París, que podemos ver en la última etapa del Tour todos los años, datan de aquella época. La mayoría de calles de Madrid que tiene ese tipo de pavimentación son de la época de la Dictadura del General Primo de Rivera, allá por el año 1923. Ya sé que es muy bonito ver la Paris-Roubaix en la que Cancellara ataca en esas cuestas de suelo adoquinado, pero esos ciclistas van a gastos pagados y tienen una persona para que les revisen y arreglen las bicis, mientras que nosotros tenemos que llevarlas al taller a que nos tensen los radios y si el cuadro tiene fisuras, pues entonces no te digo nada. Dicho lo anterior, prosigo con la crónica del día.

Tras sufrir la travesía de Cobeña, y arriba, de camino a Algete, me encuentro, como tantas veces, en tierra de nadie, es decir, con los “Pro-tour” por delante y con mis semejantes por detrás. Esa mañana iba a mi par Millán, el cual resultó estar muy fuerte y motivado para ir a la caza y captura de los que estuviesen por delante. Y por delante, sin tener en cuenta a los “pro-tour” iban Carlos, un señor con uniforme del Club Ciclista de Daganzo y Alejandro. Así que Millán se puso a tirar y cuando yo le pasaba algún relevo al ponerme a su par le decía: “no vayas tan rápido que no te aguanto”. Pasamos la rotonda de Algete y continuamos hacía Fuente el Saz y siempre teníamos a nuestra vista a los tres compañeros antes mencionados. En Fuente el Saz, por una jugada de un coche, Alejandro perdió contacto con Carlos y con el del Daganzo; y Millán y yo le conseguimos echar mano. Así ya lo tres continuamos hacia Valdetorres de Jarama y Talamanca de Jarama, pero la velocidad de nuestro trío me llevaba muy forzado. El pulsómetro no bajaba en ningún momento de 165 pulsaciones por minuto y eso era síntoma de ir forzado, por lo que los relevos que daba no eran equiparables a los de Millán y Alejandro. Llegados a Talamanca, giramos a la derecha y tomamos la carretera de El Casar. Por delante vimos pasar a los del grupo “pro-tour” que fueron hasta el cruce de Torrelaguna para girar luego a la derecha. Ni así nos pusimos por delante.

Bien, para subir a El Casar le indiqué a Millán y a Alejandro que subieran a su ritmo para no esperarme, porque ya que arriba había parada en la cafetería, nos veriamos algún minuto después, sin embargo, dijeron que me esperaban. No obstante, la paciencia tiene un límite, y Millán se marcó su marcha segoviana de Hontanares (dos a grande, tres a chica y cuatro a pares) y se me fue. Alejandro aguantó conmigo, pero le dije que se pusiera su ritmo y lo mismo hizo.
Hasta el pie del puertecillo la media que llevábamos era de 29,026 km/h. Arriba, en la cafetería dicha media descendió hasta 26,543 km/h y es que el parcial de subida fue de un paupérrimo 12,400 km/h (sin cometario).

Así llegamos al café, donde me comí alguna barrita y huesito. Allí estaban los campeonísimos, los cadetes, Carlos, al que finalmente no le echamos mano ninguno de los tres, el del CCDaganzo y mis dos compañeros de sufrimiento en este primer sector: Millán y Alejandro, Magno como el macedonio. A pocos minutos llegó otro grupo. Tras el descanso, tomamos rumbo a Ribatejada y allí me pegué el susto del día. Resulta que desde el cruce de la Urbanización Las Castillas hasta Ribatejada la carretera pica hacia abajo y ya en la travesía de dicha población de Ribatajeda el grupo iba a una velocidad fuerte, por encima de 35 km/h. Pues bien, los que encabezaban el grupo tuvieron la desafortunada idea de ponerse detrás de un turismo que circulaba en el mismo sentido que el nuestro, y así aprovechar su “rebufo” para que les “quitara el aire”. Lo que ocurrió poco después fue que ante un paso de peatones elevado el turismo tuvo que frenar para evitar quedarse sin sus bajos (y es que los pasos elevados de peatones, son buenos para la seguridad de los peatones, pero para el conductor y el ciclista son una putada parecida al adoquinado de Cobeña). Ante la frenada del turismo los compañeros de delante se percataron de la maniobra, hubo gritos de alerta, algunos le rebasaron por la derecha, otros por la izquierda y los que íbamos detrás tiramos de maneta de freno. Yo bloqueé la rueda trasera, por lo que noté como la bicicleta derrapaba percibiendo el modo en que la rueda trastera y mi cuerpo giraban por detrás hacia la derecha mientras la rueda delantera mantenía su trayectoria recta. Me veía en el suelo en pocas centésimas de segundo, sin embargo e instintivamente solté el freno, la bici corrigió la trayectoria y yo pude mantener el equilibrio. El susto fue importante. Afortunadamente y a Dios gracias, puedo estar redactando esta crónica y no estar lamentándome de un golpe que parecía iba a ser duro y serio. En fin, algunos que lo vieron por detrás me dijeron que por un momento pensaron que yo iba al suelo.

De este modo y tratando de reponerme del susto continué la marcha. El grupo volvió a dividirse en “pro-tour” y “sin-tour”, quedándome en el segundo sector. Creo que el viento era favorable, pero eso es mejor preguntárselo a Carlos, al del Daganzo y a los cadetes que fueron los que tiraban de este grupo. Un par de rampas antes de llegar a Daganzo se quedó de nuestro grupo Pedro Martín Loeches (“Pinchín”) que no aguantó el ritmo de cabeza. En esos últimos repechos empecé a notar calambres en el cuadriceps de la pierna derecha cuando me levantaba de sillín.

Desde Daganzo y bajando hacia Alcalá pudimos ver a pocos segundos a los “Pro-tour”, pero entrados en la Autovía debieron de ponerse a más de 50 km/h como ya hicieron tres domingos antes (à ver crónica del 13 de marzo de 2011, a la cual me remito igualmente para la crítica a lo que significa discurrir en bici por autovía).

Desde dicha autovía enlazamos con la antigua N-II a la altura del Corte Inglés de Alcalá de Henares. Desembocamos en la Carretera vieja a la altura del Soto del Henares.

Al final el tiempo y la distancia fue la siguiente: Distancia: 84 km. Tiempo: 2 horas, 47 minutos. Media 30,180 km/h.
Llegado a casa bebí agua, acuarios y tras un rato de reposo me duché y comí. Tras la comida y ya que ninguna cadena de televisión de España se digna a retransmitirlo, pude ver el tour de Flandes por la cadena “Euro-sport” donde Cancellara volvió a atacar pero Silvan Chavanel se le pegó al culo como un grano y no pudo deshacerse de él. Al final Cancellara quedó tercero en el un sprint de tres corredores.
 

Tras una cabezada los calambres en la pierna derecha se tradujeron en otros conocidos como la subida de la bola en la parte trasera del muslo. Finalmente a las cinco de la tarde empezó a llover, así ha estado la mayor parte de la tarde.


Torrejón de Ardoz, domingo, 3 de abril de 2011

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