A las 6:30 horas toca diana
el despertador. Desayuno pan tostado y me echo en el bolsillo dos trozos de
membrillo. A las 7:35 horas parto a iniciar la ruta. Todavía es de noche. Al
salir de la población las luces de las farolas se apagan y se empiezan a ver
las luces del alba. No se ve el cielo despejado sino que hay una niebla baja
que no deja ver más que varias decinas de metros. En la carretera de Alcalá la
nieblas es más cerrada. Estoy rodando en paralelo al río Henares y eso hace que
la niebla sea más espesa. Llevo una luz roja intermitente en la parte trastera
de la bici para ser mejor visto. Sin embargo un camión pasa a pocos centímetros
de mi oreja izquierda y el susto todavía me dura.
Tras subir el Gurugú, me
dirijo a Villalbilla, donde parece que la niebla es menos espesa y que quizá
comience a abrir el día. Al terminar la subida y llegar a Corpa no se ve a más
de sesenta metros por lo que mi intención de ir a Pezuela de las Torres la
abandono porque allí, por experiencia, sé que la niebla es más grave por la
influencia del valle de Tajuña. Me dirijo desde Corpa a Valverde de Alcalá.
Allí me crucé con tres ciclistas a los que animé para que no se asustasen por
la niebla.
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