Tras un parón de más de dos meses (22 de octubre fue mi última salida), aprovecho la mañana de cielo despejado para vestirme de largo, con cubreorejas, riñonera y guantes para coger la bici.
Doy presión a los neumáticos para evitar pinchazos.
En solitario me dirijo a Ajalvir, Cobeña, Daganzo. El circuito, ya conocido para mí, ofrece la dificultad de subir cuestas cortas pero empinadas y bajar frente a un viento frío.
Al bajar a Cobeña e iniciar la subida a Daganzo el pecho me oprime bastante. No se si será mi corazón o el frío, pero aflojo ritmo, meto el tercer plato y a diez por hora subo a la cúspide para bajar a Daganzo. Desde esta población me dirijo a Ajalvir donde la rampa que empieza a la altura del cuartel de la Guardia civil me frena el ritmo con ímpetu. Llego a Ajalvir y apenas tengo ganas de seguir. Me comprometo conmigo mismo a subir hasta la rotonda de la M-100 y dar la vuelta a casa.
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Feliz año 2012. |
Al final salieron unos treinta y cinco kilómetros y empleé casi hora y media. En casa tras la ducha y la comida sentí ciertos mareos. No sé si padezco del corazón o estoy para retirarme de este deporte que cada día me produce más disgustos que satisfacciones.
Torrejón de Ardoz, a primero de enero de dos mil doce.
Óscar Barbado
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